Todo vuelve a la normalidad, a lo ya conocido y a lo más temido:
LA RECAÍDA.
Su recaída es la mía. Esto es lo que sufren los familiares de un adicto.
Hoy después de 20 años..., todavía no me acostumbro. Dónde quedan todos los proyectos, ilusiones, y promesas... se desvanecen en cada mala decisión tomada. Y la consecuencia no somos más que los seres queridos. Después de tanto soporte y sostén, vienen las decepciones, la frustración, la impotencia, la tristeza, y la apatía, que llaman a la puerta. Es doloroso ver la vida y vivirla con un adicto. Nadie nos enseña a lidiar con estas circunstancias, te sientes desolado, abatido, con poca fe y ganas de luchar.
Mi vida se convierte en un océano de miedo, de incomprensión, dudas e inseguridades. Tras cada golpe, mi ansia de autoconocimiento se enciende e intento ser esa persona buscadora de mil recursos para ofrecerle la opción más idónea. Por más que busco, y prueba diferentes profesionales y métodos, nunca nos encontramos con la solución, con ese click de la cuestión.
Cada vez soy más CONSCIENTE que no depende de dónde, sino de verdaderamente cuántas ganas tenga la persona en cuestión, y que honestamente quiera TRANSFORMAR su vida.
Por tanto, solo me queda la opción de rendirme, y aceptar que es su elección en la vida, y que cada uno decide vivirla como quiere. Que ésta es su misión y propósito en este mundo, la de ser una persona adicta, que ya lo tiene decidido desde hace mucho tiempo. Desde el respeto y el amor.
Y porque es su elección, y no la nuestra, no debemos dejar pasar nuestra vida eligiendo vivir la de alguien que no desea su bienestar. Que su verdad le duele, y que quizás no es su momento para transcenderla, y prefiere buscar el refugio en las drogas o en el alcohol, que su vida es esta, la de DESTRUIRSE💔.
